martes, 31 de julio de 2012

BIBLIOTECA DE LA UNESCO..MUY , MUY INTERESANTE..¡¡¡

9 .-   Un magnífico enlace. BIBLIOTECA DE LA UNESCO..MUY , MUY INTERESANTE..¡¡¡(WORLD DIGITAL LIBRARY)  Reúne mapas, textos, fotos, grabaciones y películas de todos los tiempos y explica en siete idiomas las joyas y reliquias culturales de todas las bibliotecas del planeta.
 
Está disponible en Internet, a través del sitio
 
www.wdl.org <http://www.wdl.org/>

domingo, 24 de junio de 2012

Cultura inquieta


Carta a un alumno de Bachillerato o por qué no debemos leer el Quijote

Carta a un alumno de Bachillerato o por qué no debemos leer el Quijote

Voy a ser sincero contigo. Esta vez procuraré hablarte muy claro. En realidad no solo te escribo para tratar de convencerte de que no leas el Quijote, sino para que, con un poco de suerte, no vuelvas a leer nada, absolutamente nada que esté impreso en una hoja de papel. Como ya sabrás, el Quijote es importante, por supuesto, pero también uno de los libros más nocivos y peligrosos que se han escrito nunca. Pocas veces te harán una advertencia tan útil. Si, a pesar de todo -o precisamente por ello-, haces caso omiso, sabe que ya nada te salvará. Sabe que, a partir de ahora, estarás perdido para siempre.
Primero prescindiré de la obra en sí y trataré de dar respuesta a la cuestión más simple de todas: ¿por qué no debemos leer? Por último, intentaré aclarar, a la luz de la primera pregunta, los motivos principales por los que es necesario cerrar definitivamente el Quijote y hacer un buen fuego con él.
Cuentan que durante la más temprana Edad Media, en los primeros monasterios y congregaciones religiosas, los compañeros de San Ambrosio -uno de ellos es Agustín de Hipona, que relata esta anécdota en sus Confesiones- quedaban asombrados cada vez que este cogía entre sus manos un libro. ¿Qué hace?, se preguntaban los unos a los otros, ¿acaso no sabe leer? Lo que motivaba tanta expectación no era más que el hecho de que, a diferencia de los demás monjes, él leía en silencio, para sí, sin ni siquiera mover los labios. Hasta la fecha, era costumbre verbalizar las palabras. No se concebía otra cosa que no fuese la lectura para el otro, que bien podía ser un feligrés, un monje o el mismísimo Dios. San Agustín, que pensaba que Dios estaba en uno mismo, tampoco creyó necesario esa comunicación exterior y, a veces, tan expresa. A partir de entonces, la lectura pasó a ser un proceso que acarreaba una mecánica íntima y secreta, dependiente tan solo de aquel que la ponía en práctica. Todos la hemos experimentado alguna vez. Se trata de integrar la voz narrativa que nos está contando la historia en nuestra propia voz, de tal manera que llega un momento en que somos nosotros los que nos contamos dicha historia, en un proceso que se asemeja al efectuado mediante la reflexión. Es decir, cuando leemos, pensamos, hablamos con nosotros mismos y, por ende, tratamos de conocernos y de conocer también el mundo. Por ello la lectura y los libros llegan a ser tan importantes en nuestra vida. Y por ello he comenzado hablando de este tema, intentado así mostrarte hasta qué punto nos condiciona a la hora de ponernos a escribir o a pensar. Todos somos Ulises y Homero, todos somos Don Quijote y Cervantes, todos somos Jim Hawkins y Stevenson. Todos somos personajes y autores de nosotros mismos cuando leemos.
Sin embargo, a estas alturas de la historia, está ocurriendo algo inesperado: rescatamos, sin darnos cuenta, el primitivo proceso de lectura que se abandonó comenzado ya el periodo de la Edad Media. El hecho que nos lo prueba es la renuncia al silencio, su olvido como elemento fundamental en la lectura y en la reflexión. Observa que ahora todos sienten la necesidad de hablar con todos. Observa que, por mucho que cierres las ventanas de casa, por mucho que trates de aislarte, siempre habrá una llamada de teléfono, una motocicleta que pasa, el camión de la basura, tu hermano pequeño con el televisor a toda pastilla. Ni siquiera las bibliotecas, santuarios del silencio, cumplen este requisito, ni los templos, si lo que se pretende es rezar. Todo es ruido. Y la lectura ha regresado a la verbalización, a la excesiva sonoridad. Cada vez nos cuesta más hacerla nuestra porque hace tiempo que tememos el silencio de las cosas. Desconfiamos de una calle silenciosa. De un paisaje en calma. Desconfiamos, sobre todo, del taciturno, del introvertido. Su mutismo parece amenazarnos. Algo oscuro ha de ocultar, pensamos. Algo sucio. El silencio se ha convertido en una acepción más de la enfermedad. Si no quieres ser marcado tan pronto, es necesario que tires todos tus libros a la basura. La lectura te hará fuerte, bien es cierto, pero al mismo tiempo te convertirá en un apestado. Decir a un adolescente que lea -y no me refiero a toda esa basura que los departamentos de Lengua suelen sugerir-, esto es, que no se integre, que prescinda de sus semejantes y se encierre en las enfermizas sensaciones que la soledad de los libros procura, es condenarlo a una muerte lenta y dolorosa.
En este sentido, el Quijote es toda una lección para la vida. La apuesta de Cervantes, su, por decirlo de alguna manera, genio creador, es aplicable por entero a la tesitura en la que te acabo de situar. El Quijote posee la virtud -que es la virtud de cualquier obra maestra- de ser poliédrico. Se puede abordar su lectura, y también su estudio, desde multitud de enfoques y apriorismos, pero nunca daremos con la clave -si es que la tiene- que permite que sobreviva al vaivén de los siglos. Al hilo del discurso iniciado, dos temas me interesan de su lectura, pues los considero apropiados a tu edad y a la época que te ha tocado vivir. Ambos habrán de revelarte la respuesta a la pregunta de por qué no debes leerlo.
El primero es el de la melancolía. La palabra melancolía viene del griego y quiere decir literalmente bilis negra. Durante los siglos XVI y XVII -y, sobre todo, tras la publicación del Examen de ingenios para las ciencias, de Juan Huarte de San Juan, en 1575, libro de gran fama en el que se pretendía un análisis riguroso de la inteligencia con vistas a la disposición natural de cada hombre para los oficios- se creía que todo ser humano poseía un temperamento estructurado en cuatro cualidades primarias: frialdad, sequedad, humedad y calor. Estas cualidades y la preponderancia en el carácter de unas sobre otras daban como resultado cuatro tipos psicológicos claros: el colérico -calor-, el sanguíneo (es decir, el optimista, el impetuoso) -humedad-, el flemático (el impasible, el perezoso, el lento) -frialdad- y el melancólico -sequedad-. Cervantes conocía muy bien estas teorías cuando otorga a su caballero el sobrenombre de El de la Triste Figura, entendiendo, por triste, melancólico. El estado melancólico era propio, además, de los poetas y de los artistas, ¿y no es acaso un auténtico creador Don Quijote al tratar de escribir o, en este caso, escrivivir, sus propias hazañas? La melancolía de entonces podría muy bien emparentarse con el típico estado de depresión actual; y es una idea muy extendida que el acto de crear -como el de dar a luz- es doloroso, convirtiendo así al artista en un maníaco depresivo, en un eterno sufridor. Pero lo que hace a Don Quijote vivir en un continuo estado melancólico es la añoranza, que, si nos fijamos bien, es la añoranza del propio Cervantes.
Innumerables veces se ha dicho que Cervantes es un hombre que pertenece al Renacimiento, que es una especie de desterrado en el tiempo -prueba de ello es su continua reivindicación, sobre todo para defenderse de sus enemigos, de la gloriosa batalla de Lepanto y de su participación en ella; pero también es sintomático que fracasara en su auténtica vocación de dramaturgo intentando rivalizar con todo un Lope-. Imagínatelo regresando de su cautiverio en Argel y creyendo que el mundo se ha detenido durante esos cinco años que ha permanecido ausente. La realidad, enseguida, le quita la venda de los ojos. Todo ha continuado su curso sin contar con él. Esta es la sensación que nos sorprende en cada recoveco de su obra. El famoso discurso de la Edad de Oro así lo constata. Allí justifica la labor para la que ha sido elegido. La restauración de la orden de caballería supone un intento más de reivindicar el pasado histórico, de engañar a la memoria. Tal vez lo que nos estén mostrando Don Quijote y Cervantes con tanta derrota sea la materialización de esa añoranza. Pero para que exista añoranza, además de su objeto, debe existir también esa arma de doble filo que es la esperanza, aunque se conozca de antemano el fracaso que acarrea. En el capítulo XVII de la Segunda Parte, Don Quijote justifica la esperanza con la siguiente exclamación: «Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible». Aquí se resume todo el contenido de la palabra melancolía. El melancólico, el auténtico melancólico, es aquel que es capaz de descubrir felicidad, motivos para vivir, en el barro de la tristeza. Muy pocos melancólicos acaban suicidándose porque encuentran un sentido en ese continuo estado de depresión, que es, no lo olvidemos, el propio del artista, del genio, del creador, del estudioso. Por ello Don Quijote, tras este lance con los leones, se hará llamar El Caballero de los Leones y desterrará para siempre el adjetivo triste.
De la melancolía se deduce el segundo tema que me parece interesante tratar aquí: la locura. La locura de Don Quijote tiene dos facetas que ponen de relieve dos maneras de entender la melancolía. Por un lado, Don Quijote es, en la Primera Parte, el típico loco que sufre alucinaciones, que transforma la realidad viendo cosas que no existen. Su tristeza viene del choque con esa misma realidad y le empuja a añorar aquel pasado donde sí tenían cabida todas esas cosas que él imagina que existen. Su locura es un puro anacronismo. Pero es que, para hacer más dolorosa la experiencia, a Cervantes se le ocurre que Don Quijote se vuelva loco a raíz de sus lecturas. Por lo tanto, ¿acaso no estaríamos ante la cuestión del principio? Cervantes no cuestiona el acto de leer, por supuesto, pero sí nos sitúa en el camino de la desconfianza hacia todas esas creaciones que nos obligan a enfrentarnos con nosotros mismos en soledad. La advertencia que te hace Cervantes cuando lees el Quijote es ésta: cuidado, pues la lectura te puede apartar del camino que marca la realidad, te puede volver loco; no porque te creas un caballero andante, un detective privado o una gran señora con una fortuna ilimitada, sino porque te situará ante el mundo y te lo mostrará tal como es, sin piedad alguna, tú solo, cara a cara con la evidencia más nefasta de todas: lo maravilloso, lo fantástico, lo mágico es una cuestión de puertas adentro. Sin embargo, esta locura -que, insisto, es la de la Primera Parte- nos deja, al arrojarnos hacia la tristeza, un camino a la esperanza; a saber: por muy hostil que sea la sociedad, siempre nos quedará el refugio de la imaginación. A eso me refería antes cuando señalaba el hecho de que el melancólico verdaderamente melancólico, el artista con todas sus consecuencias, encuentra la salvación en su propia locura.
Si el tal Avellaneda no hubiese escrito esa segunda parte apócrifa del Quijote, Cervantes, sin duda, habría salvado a su personaje. Pero, diez años después, obligado por dicho motivo a volver a retomarlo, decide que muera apaciblemente en su cama, una vez recobrada la cordura. No obstante, Don Quijote no regresa a lo racional al final de su vida, sino que es un hombre completamente cuerdo durante toda la Segunda Parte. Es esta cordura la que cerrará cualquier vía de escape, la que echará por tierra cualquier posibilidad de salvación. Como diría Unamuno, Cervantes condena a su personaje a la razón al despojarle de esa capacidad que poseía en la Primera Parte de confundir la realidad con los frutos de su imaginación. Ahora serán los demás personajes, lectores todos ellos de la Primera Parte, quienes construyan las fantasías de Don Quijote. Verá a Dulcinea como Aldonza Lorenzo, eso es cierto, pero no estará alucinando cuando se tope con un caballero andante -el bachiller Sansón Carrasco disfrazado- ni cuando se monte en Clavileño -un caballo de madera con la cualidad de volar-. Aquí la cuestión va mucho más allá del escenario que los demás construyen a su alrededor para burlarse de él. Aquí la cuestión es mucho más dolorosa. Cervantes, diez años después de la publicación de la Primera Parte, entona su canto de cisne exponiendo una visión renovada pero también envejecida del mundo. ¿Y qué nos muestra? Pues una realidad donde, no sólo no tiene cabida lo imaginario -Don Quijote ahora sí ve molinos donde hay molinos y gigantes donde hay gigantes-, sino que, a fuerza de real, se convierte en pura ficción. Nos asoma al abismo de ese espejo multiplicado en el espejo del Barroco, por lo que anula cualquier posibilidad de fuga del laberinto infinito de lo cotidiano. Don Quijote, recobrada la cordura, es ahora, no un caballero andante escapado de una novela de caballería, sino un caballero andante huido de una primera parte escrita hace diez años donde se narran las aventuras de un loco que se cree un caballero andante escapado de una novela de caballería. El círculo, como podrás observar, es perfecto y angustioso. Pero aún hay más. Los personajes ahora son lectores del Quijote; así pues, nosotros, lectores del Quijote, ¿por qué no podríamos ser también personajes? Aquí no hay juego de realidad y de ficción, sino pura y dura ficción. Ficción con mayúscula, donde cualquier dato, rasgo, apunte, vuelco, progreso o retroceso forma parte de ella misma. La Segunda Parte del Quijote es la primera teoría de la conspiración que conocemos.
¿Y cómo queda, después de esto, la melancolía? Devastada. Don Quijote se convierte en El Caballero de los Leones porque de repente ha comprendido aquello de: Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible. Esto quiere decir que la esperanza, el afán que lo impelía a ver cosas que en realidad no estaban allí, ha quedado reducido al automatismo, al destino prefijado y apático de la marioneta que sabe que, haga lo que haga, jamás podrá escapar de los hilos que la mueven.
Durante tu larga carrera de estudiante, te has encontrado con tipos como yo que han tratado de responder a la pregunta contraria: ¿por qué debemos leer el Quijote?; y no sólo el Quijote, sino cualquier libro, artículo, fragmento o textículo que te han puesto delante de tus narices como una condena. En esas ocasiones, es obvio, se trataba de que leyeras; el qué era lo de menos, pues, por si no lo sabes, desde hace unos años la lectura se ha convertido en un tema recurrente de lo políticamente correcto. Tu instituto está repleto de carteles que te animan a leer, de planes de fomento de la lectura, de horas de clase y de tutoría dedicadas a magnificar sus virtudes, a lavarte el cerebro con aquello de que un libro es un amigo. A veces pienso que si tuviera tu edad no me lo pensaría dos veces: rociaría la biblioteca del centro con gasolina y me encendería tranquilamente un pitillo. Porque una cosa está clara: las aficiones impuestas dejan de ser divertidas, y, si te venden algo como divertido y después resulta que no lo es, ¿cómo esperan que reacciones? Todo el mundo se esmera en que comprendas, en que acates una serie de presupuestos que no estás dispuesto a comprender o a acatar. Y así, poco a poco, tus profesores han terminado considerando un fracaso lo que no es más que un error de planteamiento. No, leer no es divertido. No, leer no es beneficioso para los intereses que lentamente han ido creando en ti. Leer es difícil. Leer cuesta trabajo. Y la mayoría de las veces no es nada gratificante. En ciertas ocasiones es doloroso. Hay momentos en que las palabras impresas parecen clavarse como cuchillos en las pupilas y en el corazón. Pero ellos insisten con la misma cantinela. Lentamente, para que la realidad se adapte a sus pifias, han ido desterrando de tus aulas los libros más peligrosos, aquellos que te pueden quitar el velo de la mirada, y los han sustituido por otros mucho más inocuos, placebos que te sugieren, como los personajes de la Segunda Parte del Quijote, que la imaginación no cabe en este mundo, que la literatura no es más que una colección de consignas a la moda.
Los libros que hoy día te mandan leer en el instituto también están llenos de ruido, anegados por la algarabía de drogas, bulimia, padres separados, garitos que nunca cierran. Las autoridades educativas públicas -las que me pagan el sueldo- y las editoriales que se dedican al negocio de la enseñanza saben lo que se hacen. En realidad es una estrategia que trata de protegerte del silencio. Conocen bien a qué silenciosos territorios conduce la lectura, el mal que esta te puede causar si te dejas tentar por sus ignotas geografías, por sus heroínas de larga cabellera, por sus argumentos políticamente incorrectos. Ellos buscan tu sociabilización. Por eso llenan el mercado de toda esa ruidosa literatura sociabilizante. Desean convencerte de que leer es divertido, de que ha de serlo por narices. Y, para ello, te ofrecen el burdo realismo de un mundo de paradigma y simulacro adolescente. Creen que esto es lo único que te puede enganchar. Aunque fingen ser los guardianes del canon literario, al final siempre terminan justificando su trabajo de sepultureros con las excusas de siempre. El canon está repleto de libros complicados, aducen, obras que ningún alumno entiende, que están anticuadas.
No obstante el canon les importa poco. No son guardianes de ningún canon. En realidad sólo se preocupan por ti. Saben que el Quijote, como tantos otros que ya han ido desapareciendo de tu instituto, es un libro peligroso que muestra esos dos tipos de horror que suscita toda auténtica lectura. Y jamás estarán dispuestos a revelarte el secreto que yo te estoy descubriendo ahora. No, no desean que sepas que leer te hará conocer el pánico de sentirte fuera del mundo, de ir a contracorriente. Pero, sobre todo, por nada del mundo querrían que alguna vez te situases frente a esa sospecha que trasciende tu pequeño mundo de relaciones sociales más o menos afortunadas, que abarca todo aquello que eres capaz de percibir, que te desarma, que te hiere, que termina aniquilándote inevitablemente cuando tienes una obra como el Quijote entre las manos.
La sospecha de que todo es una gigantesca, inabarcable mentira que nunca podrás desbaratar, porque tu desobediencia -y a ti, recuérdalo siempre, te quieren obediente- siempre formará parte de ella.

Ideas brillantes para reciclar


martes, 19 de junio de 2012

Fotografías del artista polaco: Adam Martinakis

 
Nació en Luban, Polonia en 1972 pero después de unos pocos años, él se traslada a Grecia (Atenas) donde sigue viviendo, donde ha estudiado Arquitectura Decorativa. 
* Sitio web del artista:
http://adamakis.blogspot.com/

viernes, 15 de junio de 2012

Dedicado a mis alumnos/as de 4º de eso.

La Vida y el Destino. Cuento sobre el arte de pensar.

En la antigua Grecia, sede esplendorosa de las ciencias y de las artes, se encontraba un anciano famoso por la profundidad de sus palabras y la sencillez de sus ideas que vertía sobre todo aquel que solicitaba consejo y guía, un verdadero torrente de sabiduría.
Una tarde el joven estudiante Quirón, conocido por su tono irónico y rebelde que utilizaba en sus intervenciones públicas, no en vano ponía en aprietos a los académicos más notables, decidió ir a escuchar al anciano, para de una forma u otra,  poner en entredicho sus ideas.
Cuando llegó al hemiciclo donde éste hablaba, se sentó junto a los que escuchaban y prestó atención con ánimo de encontrar a sus planteamientos, fallos y grietas.
Al poco, el anciano dijo así:
“Nuestros antepasados pensaban que en la vida hay que ver para creer como ya dijo Santo Tomás cuando metió su mano en la llaga del Maestro, en aquella frase que todavía resuena en los escritos sagrados: Si no lo veo no lo creo”.

Un gesto de curiosidad se fue dibujando en el rostro de los allí reunidos. Incluso Quirón pensó, “¿cómo saldrá de ésta?, aquí le voy a pillar”.
El anciano prosiguió: “Sin embargo si profundizáis en ello, observaréis que para el hombre lúcido, no se trata de ver para creer, sino más bien al revés, creer para ver. Nuestras creencias crean la realidad y en consecuencia el hombre auto-consciente elige lo que quiere vivir, elige lo que quiere que el suceda minuto a minuto de la vida…”
Quirón se sintió algo confundido, por una parte entendía lo que quería decir el anciano pero por otra parte, sentía la inminente necesidad de tratar de ridiculizarlo, así que salió del hemiciclo para trazarse una estratagema que lograse su objetivo.
Resultó que pasaba por allí un mercader de pájaros, conocido por apresar una especie de muy pequeño tamaño con ingeniosos cepos de su invención. Quirón al verlo, pensó: “Siempre que estoy buscando una solución suele aparecer algo ante mis narices que trae las claves, así que me acercaré a ver esos pájaros y seguro que se me ocurrirá algo”.

Cuando vio un pequeño pajarillo que cabía en la palma de su mano, se le iluminó la cabeza y se dijo:

“Ya lo tengo, tomaré este pajarillo en mi mano, me acercaré al anciano y le preguntaré delante de todos, si cree que este polluelo que tengo en mi mano está vivo o muerto. Si me contesta que está muerto, abriré mi mano y lo dejaré volar. Si por el contrario me contesta que está vivo, le apretaré el cuello y lo dejaré caer al suelo. Entonces (se dijo con radiante alegría) sus teorías acerca del destino se verán fallidas y ridiculizadas…”
Así pues Quirón tomó el pajarillo en su mano y se acercó de nuevo al hemiciclo para interpelar al anciano. Una vez allí y levantando fuertemente la voz, le dijo:
“Anciano, decidme. El pájaro que tengo en mi mano ¿está vivo o está muerto?”
Un silencio tenso se hizo entre todos los allí presentes.
A lo que el sabio, mirando a los ojos del joven con cariño y una profunda seriedad le contestó:
“Muchacho. LA VIDA Y EL DESTINO ESTAN EN TUS MANOS”.

Esto ocurre en el proceso de transformación
Parece que todo está en nuestras manos, y en parte tenemos el don de apreciar el regalo que supone poder discernir lo mejor de lo bueno o no tan bueno, por lo que se hace indispensable el equivocarse una y otra vez hasta haber desarrollado la suficiente consciencia sobre ello.
Todos somos capaces de realizar grandes esfuerzos cuando nos sentimos motivados y llenos de energía, nos parece fácil el cambio, la transformación de lo que queremos alcanzar, un momento de lucidez nos aclara las ideas, pero alcanzar un objetivo de madurez y criterio interior se hace mas complicado, ya que nuestra mente tiene demasiadas ideas preconcebidas que sobran y nos hacen perder el claro enfoque hacia la superación deseada. Lo mas peculiar que ocurre es que algo queda gravado dentro del ser de uno, cuando hemos saboreado el agradable aroma de la superación, esta es la certeza y la seguridad.
Daremos rodeos, pasarán cosas impensadas, saldrá bien y saldrá no bien, pero un día nos sorprenderemos de ver que hemos llegado a nuestro centro, y con menos esfuerzo del imaginado.

martes, 12 de junio de 2012

DIY recicla una vieja media

Todos tenemos en casa unas medias con alguna carrera o de un color que ya no nos ponemos ( cuanto más chillón mejor)
Este tutorial es muy sencillo e ideal para hacer con niños
Os dejo el enlace de donde lo encontré
http://elartederreciclar.blogspot.com/2011/02/oruga-con-medias-viejas.html

Recicla tuercas y hazte un ajedrez.

La idea me parece genial.
Toma tu caja de herramientas y  reutiliza todas esas tuercas, arandelas ,.. que vas guardando hace tiempo y que no sabes que hacer con ellas.
Luego sólo tienes que pintarl la mitad de negro y .... A JUGAAARR!

lunes, 11 de junio de 2012

viernes, 8 de junio de 2012

Fotografias: Chema Madoz

 

A lo largo de los años Madoz ha venido echando sobre sus espaldas una tarea hercúlea. Con una perseverancia que ha sabido convertir en estilo inconfundible, Madoz viene poniéndonos en contacto con esos otros mundos posibles que nos rodean, un universo de objetos tan familiares como desconocidos, tan próximos como irreductiblemente extraños.

La pequeña mirada de un país



lunes, 4 de junio de 2012

Ubicacion del planeta tierra en el universo



Hace relativamente poco tiempo , el Museo Americano de Historia Natural colgó en la red este espectacular vídeo, una reconstrucción informática que muestra un "viaje" desde la superficie de la Tierra hasta los límites del universo conocido.

Al parecer es de los mejores, si no el mejor, de todos los hechos hasta ahora sobre el tema.
Desde su publicación, casi dos millones de personas lo han visto ya en la web del museo, pero en España este excepcional trabajo sigue siendo prácticamente desconocido.

Lo que hace que este vídeo sea único y diferente a la mayoría de los que se han hecho hasta ahora es que todo lo que en él aparece está basado en datos reales. Es decir, que no se trata de un vídeo "artístico" realizado según simples criterios estéticos, sino de una auténtica reconstrucción, pieza a pieza, de todo lo que "sabemos" sobre el universo en que vivimos.

Todo, desde las trayectorias de los satélites que orbitan la Tierra, hasta la posición de todas las estrellas, galaxias o lejanísimos quasares, está basado exactamente en los datos que tenemos sobre cada uno de esos objetos. O para ser más precisos, en los datos del Sloan Digital Sky Survey, que componen la que quizá sea la visión más completa del universo de que se dispone hasta el momento.

A pesar de todo, y debido a la posición geográfica en la que se encuentra el telescopio de dos metros y medio del Apache Point Observatory, en Nuevo México, que es el que utiliza el Sloan Digital Sky Survey, existen zonas "oscuras", es decir, áreas del universo que el telescopio, físicamente, no puede observar. Por eso, en el vídeo, la distribución de las galaxias observadas tiene la forma de dos conos unidos por la punta (el punto de unión es la Tierra), y el resto aparece en negro.

En total, el trabajo comprende casi un millón de galaxias y más de 120.000 quasares. El viaje, que comienza en el Himalaya, termina en el límite mismo de lo que podemos observar con los instrumentos más potentes de que dispone la ciencia, los ecos del Big Bang, a 13.700 millones de años luz de distancia, y sirve para que todos nos demos cuenta, de una forma directa y visual, de lo insignificantemente pequeño que es nuestro mundo, incluso nuestra galaxia, si se compara con todo lo que hay "ahí fuera"... "

viernes, 1 de junio de 2012

Animaciones con plastilina

Estas animacines han sido realizadas por alumnos de 3º y 1º de ESO. Los materiales para su realización: algunos trozos de plastilina, una cámara de foto y un poco de imaginación.






Reflexiones

Los importantes problemas a los que nos enfrentamos hoy no pueden resolverse con el mismo nivel de pensamiento que los creó.

Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.

Si no puedo dibujarlo, es que no lo entiendo.

La falta más grave es no tener conciencia de ninguna falta

miércoles, 30 de mayo de 2012

Revelando el negativo de una foto con el cerebro

Hay que seguir con un poco de paciencia estos sencillos pasos: 

1. Mira fijamente al punto rojo de la nariz de la chica durante 30 segundos.
2. Mueve tus ojos a una superficie plana (techo o pared en blanco por ejemplo).
3. Parpadea varias veces seguidas y rápidamente.
 
4.¿Sábes porqué ocurre?


miércoles, 23 de mayo de 2012

Entre la Ciencia y el Arte. La Alquimia

Los Cuadrados Mágicos. El cuadrado Mágico de Durero


En su obra “Melancolía”, Alberto Durero presenta un cuadrado mágico aritmético esotérico de orden cuatro.  Lo interesante del cuadrado es que en distintas combinaciones regulares de cuatro números de la tabla, estos siempre suman la constante del cuadrado. Como dato extra las dos cifras centrales de la última fila forman el año de la obra (1514).
El grabado de la Melancolía de Durero no sólo refleja misticismo en su cuadrado mágico; todas las figuras presentes tienen un simbolismo alquímico, si observamos el dibujo encontramos:
Melancolía. Durero. 1514.

    1. Un ángel coronado con hierbas que apoya su cabeza en una mano y sostiene un compás en la otra.
    2. Un ángel niño sentado sobre una piedra de molino que parece escribir en una tablilla.
    3. Un poliedro irregular de gran volumen que oculta a un caldero sobre llamas.
    4. Una escalera de siete peldaños.
    5. Un murciélago (con el nombre de la obra).
    6. Un cometa llena el cielo.
    7. Objetos colgando: balanza, reloj de arena y campanilla.
    8. Un perro dormido junto a una esfera, clavos, una sierra, una regla y otras herramientas de carpintero.
    El nombre de la obra alude a uno de los cuatro “humores” clásico  que influían en el cuerpo humano y su conducta (sanguíneo, colérico, flemático y melancólico). Durante el Renacimiento la figura del melancólico se asoció a la genialidad y la creatividad del artista. El carácter melancólico o melancolía se conocía también como bilis negra y se refleja en el  rostro oscuro (negro) del “ángel”. La bilis negra, se corresponde con la primera de tres fases de la transmutación de la materia en el proceso de la alquimia para fabricar la piedra filosofal y poder transformar el plomo en oro. Esta primera fase llamada Nigredo (color negro) se asocia a la putrefacción o descomposición de la materia, esto es  a la muerte y por ende al planeta Saturno, cuyo metal  es el plomo, (la idea de los alquimistas era transformar el plomo sin valor en valioso oro). La idea de transformar metales también está presente en la imagen del ángel, en alquimia son seres hermafroditas (que significa la unión de opuestos: el mercurio y el azufre)  y están vinculados a la capacidad de trasmutar los metales.
    La balanza, el reloj de arena y las campanillas presentes también son símbolos del dios Saturno, dios vinculado a la vejez y la muerte. Recordemos que Saturno (el Cronos griego) es el padre tiempo y dios de la medida. La presencia de malos augurios se reflejan no sólo en Saturno, sino también en el cometa, los cometas siempre han sido vistos como mensajeros de mala suerte; imagen complementada con el murciélago (vinculado a la oscuridad, aunque también puede señalar que el trabajo alquímico se realiza en la oscuridad, en secreto).  Se señala que el artista puede estar reflejando con estos signos de mala fortuna  la muerte de su madre, ocurrida en 1514 (fecha en el cuadrado mágico). Para contrarrestar los influjos negativos del planeta Saturno, del cometa y el murciélago se coloca el cuadrado mágico en su función de talismán protector contra las malas influencia. Por otra parte el poliedro y la esfera aluden a la geometría como base de la alquimia, la escalera de siete peldaños indicaría los pasos que debe seguir el alquimista para alcanzar su meta.
    Para entender un poco estos simbolismos y que la obra en cuestión muestra  parte del proceso para hallar la piedra filosofal, debemos señalar que la piedra filosofal es una sustancia con propiedades extraordinarias, entre ellas la capacidad de transmutar los metales vulgares en oro y plata. Existen dos tipos de piedra: la roja, capaz de transmutar metales innobles en oro, y la blanca que transforma metales innobles en plata. La roja se obtiene empleando la «vía seca» y la blanca a través de la «vía húmeda» y en ambos casos el elemento de partida es la pirita de hierro. La «vía húmeda» requiere bastantes días de trabajo constante, un gasto excesivo de combustible y un cuidado excesivo para que no descienda la temperatura del recipiente donde se introducen los elementos básicos para su cocción. La «vía seca» es más rápida y barata, ya que sólo requiere de pocos días aunque la temperatura de trabajo es mayor. En el modelo de la materia del mundo antiguo los elementos son: fuego,agua, aire y tierra, vinculados a combinaciones de cuatro cualidades o principios: frío, caliente, seco y húmedo (de ahí al idea de vías húmedas y secas / destilación y secado). Para el renacimiento se había cambiado a tres elementos: mercurio, azufre y sal (más vinculados a la idea cristiana de espíritu, alma y cuerpo). Para la transformación del plomo en oro se buscaba un material que facilitase la mezcla del mercurio y el azufre (lo que significa el ángel), porque se suponía que ese era el camino acertado.
    El perro de la imagen, esta vinculado al dios Mercurio, hablamos por lo tanto de la presencia del segundo metal para la mezcla alquímica necesaria para la meta de hallar la piedra. Por otro lado el poliedro irregular es la imagen del azufre.  La rueda de molino es el símbolo de la «vía seca», ya que debemos secar y moler los materiales, hacerlos polvo (nuevamente hablamos de la destrucción de material inicial). El compás del ángel representa la universidad, ya que permite dibujar al circulo perfecto; por otra parte la escuadras y reglas son signo de rectitud y medida, representan al conocimiento; ambos objetos juntos con todas esas herramientas dispuestas en el suelo y el crisol encendido nos hablan del trabajo alquímico. En conclusión, aunque las interpretaciones y opiniones pueden variar, la obra nos señala los elementos presentes en ese primer paso para fabricar la piedra filosofal.

    Las distintas combinaciones son las siguientes: