Los Cuadrados Mágicos. El cuadrado Mágico de Durero
En su obra “Melancolía”, Alberto Durero presenta un cuadrado mágico aritmético esotérico de orden cuatro. Lo interesante del cuadrado es que en distintas combinaciones regulares de cuatro números de la tabla, estos siempre suman la constante del cuadrado. Como dato extra las dos cifras centrales de la última fila forman el año de la obra (1514).
El grabado de la Melancolía de Durero no
sólo refleja misticismo en su cuadrado mágico; todas las figuras
presentes tienen un simbolismo alquímico, si observamos el dibujo
encontramos:
Melancolía. Durero. 1514. |
- Un ángel coronado con hierbas que apoya su cabeza en una mano y sostiene un compás en la otra.
- Un ángel niño sentado sobre una piedra de molino que parece escribir en una tablilla.
- Un poliedro irregular de gran volumen que oculta a un caldero sobre llamas.
- Una escalera de siete peldaños.
- Un murciélago (con el nombre de la obra).
- Un cometa llena el cielo.
- Objetos colgando: balanza, reloj de arena y campanilla.
- Un perro dormido junto a una esfera, clavos, una sierra, una regla y otras herramientas de carpintero.
El nombre de la obra alude a uno de los
cuatro “humores” clásico que influían en el cuerpo humano y su conducta
(sanguíneo, colérico, flemático y melancólico). Durante el Renacimiento
la figura del melancólico se asoció a la genialidad y la creatividad
del artista. El carácter melancólico o melancolía se conocía también
como bilis negra y se refleja en el rostro
oscuro (negro) del “ángel”. La bilis negra, se corresponde con la
primera de tres fases de la transmutación de la materia en el proceso de
la alquimia para fabricar la piedra filosofal y poder transformar el
plomo en oro. Esta primera fase llamada Nigredo
(color negro) se asocia a la putrefacción o descomposición de la
materia, esto es a la muerte y por ende al planeta Saturno, cuyo metal
es el plomo, (la idea de los alquimistas era
transformar el plomo sin valor en valioso oro). La idea de transformar
metales también está presente en la imagen del ángel, en alquimia son
seres hermafroditas (que significa la unión de opuestos: el mercurio y
el azufre) y están vinculados a la capacidad de trasmutar los metales.
La balanza, el reloj de arena y las
campanillas presentes también son símbolos del dios Saturno, dios
vinculado a la vejez y la muerte. Recordemos que Saturno (el Cronos
griego) es el padre tiempo y dios de la medida. La presencia de malos
augurios se reflejan no sólo en Saturno, sino también en el cometa, los
cometas siempre han sido vistos como mensajeros de mala suerte; imagen
complementada con el murciélago (vinculado a la oscuridad, aunque
también puede señalar que el trabajo alquímico se realiza en la
oscuridad, en secreto). Se señala que el artista puede estar reflejando
con estos signos de mala fortuna la muerte de su madre, ocurrida en
1514 (fecha en el cuadrado mágico). Para contrarrestar los influjos
negativos del planeta Saturno, del cometa y el murciélago se coloca el
cuadrado mágico en su función de talismán protector contra las malas
influencia. Por otra parte el poliedro y la esfera aluden a la geometría
como base de la alquimia, la escalera de siete peldaños indicaría los
pasos que debe seguir el alquimista para alcanzar su meta.
Para entender un poco estos simbolismos y que la obra en cuestión muestra parte del proceso para hallar la piedra filosofal,
debemos señalar que la piedra filosofal es una sustancia con
propiedades extraordinarias, entre ellas la capacidad de transmutar los
metales vulgares en oro y plata. Existen dos tipos de piedra: la roja,
capaz de transmutar metales innobles en oro, y la blanca que transforma
metales innobles en plata. La roja se obtiene empleando la «vía seca» y
la blanca a través de la «vía húmeda» y en ambos casos el elemento de
partida es la pirita de hierro. La «vía
húmeda» requiere bastantes días de trabajo constante, un gasto excesivo
de combustible y un cuidado excesivo para que no descienda la
temperatura del recipiente donde se introducen los elementos básicos
para su cocción. La «vía seca» es más rápida y barata, ya que sólo
requiere de pocos días aunque la temperatura de trabajo es mayor. En el
modelo de la materia del mundo antiguo los elementos son: fuego,agua,
aire y tierra, vinculados a combinaciones de cuatro cualidades o
principios: frío, caliente, seco y húmedo (de ahí al idea de vías
húmedas y secas / destilación y secado). Para el renacimiento se había
cambiado a tres elementos: mercurio, azufre y sal
(más vinculados a la idea cristiana de espíritu, alma y cuerpo). Para
la transformación del plomo en oro se buscaba un material que facilitase
la mezcla del mercurio y el azufre (lo que significa el ángel), porque
se suponía que ese era el camino acertado.
El perro de la imagen, esta vinculado al
dios Mercurio, hablamos por lo tanto de la presencia del segundo metal
para la mezcla alquímica necesaria para la meta de hallar la piedra. Por
otro lado el poliedro irregular es la imagen del azufre. La rueda de
molino es el símbolo de la «vía seca», ya que debemos secar y moler los
materiales, hacerlos polvo (nuevamente hablamos de la destrucción de
material inicial). El compás del ángel representa la universidad, ya que
permite dibujar al circulo perfecto; por otra parte la escuadras y
reglas son signo de rectitud y medida, representan al conocimiento;
ambos objetos juntos con todas esas herramientas dispuestas en el suelo y
el crisol encendido nos hablan del trabajo alquímico. En conclusión,
aunque las interpretaciones y opiniones pueden variar, la obra nos
señala los elementos presentes en ese primer paso para fabricar la
piedra filosofal.
Las distintas combinaciones son las siguientes:
Las distintas combinaciones son las siguientes:
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